Símbolo. "Live is life"
"You call it should last" es el verso más misterioso, -o más técnico discursivo en modo poético simbolista- de la popular o global canción Live is life de 1984-1985 del grupo musical austríaco Opus que los directivos del club Napoli de futbol eligieron ayer para homenajear al recuerdo de Maradona en la previa de un partido oficial en el estadio San Paolo, llamado así porque según la leyenda Pablo de Tarso había desembarcado en su primer viaje hacia Roma en un puerto muy cercano al estadio, asimismo como antes se llamaba el "Defensores" "Estadio Sajonia" porque estaba a pocas cuadras del Puerto Sajonia.
Y claro, la presión per se que impacta el lenguaje musical en el infinito registro simbólico de cualquier persona puede traer a nuestro escenario íntimo -si queremos- nítidas burbujas de aquellos años ochentas.
Una década preñada con trillizos o cuatrillizos. La Internet, y la telefonía móvil, ya existían. pero no alcanzaba al público. La cuestión de los colectivos ya estaba completamente teorizada pero no alcanzaba realidades globales. El segundo mundo, el mundo socialista estaba estancado, y un hombre -quizás el mas valiente o loco de la posmodenidad- blandiendo nada más que sus propios brazos fulminaba -in your face- con su oratoria violenta, a veces con sueltos irónicos de alto nivel, a toda la "Nomenclatura". Si, Boris Yeltsin irrumpiendo sendos estrados de sendas convenciones o congresos del Partido Comunista de la Unión Soviética para poner en ridículo a oradores -su víctima más famosa fue una o varias veces, el propio Secretario General del Partido, el camarada Mijaíl. Si. El joven maravilla del grupete de Breznev, ahora no sabía qué cara poner cuando el camarada Boris con mas prestancia resolutiva que el legendario Danton, irrumpía su discurso -el discurso del camarada Mijaíl-, irrumpía su púlpito, irrumpía sus papeles de sus propias manos -de las manos del camarada Mijaíl- increpandole sus contramarchas, para, abandonar, después, el recinto inmenso de la convención o congreso, caminando lentamente el desnivel del Teatro, mascullando terribles maldiciones..."labadab dab dab life nanananana"
Don't think about the rest.
Eran meses donde el ahora ya ex camarada Boris repetía hasta el cansancio, a quien se lo pedía, algo así como que "la ley prohíbe el asesinato, entonces debe prohibir al Partido Comunista de la Unión Soviética porque siempre fue un grupo de asesinos".
Y un lustro después, miles de Boris Yeltsin berlineses descuartizaron espontáneamente el muro que dividía su ciudad.
El hombre es el símbolo del hombre. Esas humanidades dionisiacas y expansivas son para la cultura pop lo que la nobleza reconocida y ungida -esto último lo más importante- fue para el feudalismo medieval: es decir, la humanidad necesita consumir "personalismo", o sea, a aquellos que sin tapujos, sin prudencia, sin cálculo a su vez "necesitan" mostrar su "personalismo" de circunstancia plural o social.
¿Porqué?
Y ... "la nobleza obliga".
Los personalismos son brújulas para la humanidad siempre navegante. Las brújulas pueden venir falladas, no importa. Su aguja igual algo puede latir o indicar.
"Los mortales"- como decían los griegos- necesitamos algo para vivir y morir de pie.
Decir "no había internet" tiene sus bemoles. Pues los ochenta fue el punto cúlmine de la Era de la revistas, y la señal wifi eran entonces los kioskos, las salas de espera del sector privado, el living de las casas; como muy bien lo dijo Bill Gates en los primeros noventas "ahora en el papel pero muy pronto en lo digital".
O sea, la intensidad tiempo de información era casi la misma, pero hay un bemol interesante: en ninguna sala de espera había una videoteca, por lo cual la catarata de información era fotográfica, y por ende todavía legendaria. Era cool ser un buen o buena fotógrafa super profesional. Esas fotos de Maradona -en remera que tenía estampada la bandera británica- con Fredy Mercury y su grupo en 1981 que recorrió todas las revistas habidas y por haber es legendaria porque demandaba del público consumidor un alto porcentaje de su registro simbólico personal para completar la interpretación de esa aparición fotográfica. Si aquello fuese hoy día veríamos un largo video de cinco, diez minutos ya sea en Twitter o Instagram, y esa reserva de nuestro registro íntimo que articula el dispositivo legendario no sería convocado ante la prosaica evidencia cinética de una circunstancia como cualquiera de la vida humana.
Sí. La Leyenda murió en los 80.
Maradona, Reagan, Juan Pablo II, Carolina de Mónaco -por decir unos cuantos- fueron los íconos finales de la Era de la Revistas.
And every song everybody sang.
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